lunes, 22 de julio de 2013

DESPUÉS DEL CIRCO





Cuando llegué a Oxford estaba decidida a hacer alguna actividad que sea tradicional de Inglaterra y que no iba a poder conocer en Argentina. Me anoté en un workshop de letterpress en The Story Museum sin conocer el lugar y la primera vez que fui quedé impresionada. Se trata de una casa típica de mas de 800 años donde desde hace poco, funciona este Museo de cuentos para chicos. Todo un mundo nuevo para mí.

 


Oxford es muy conocido por ser cuna de cuentos fantásticos como Alicia en el País de las Maravillas y Narnia, pero ver todo este mundo y el de muchos otros cuentos condensados en un mismo lugar al mismo tiempo es una cachetada de aire nuevo. Me encantó. Decidí que de alguna manera tenía que involucrarme en esto. Me mataba la curiosidad. Así que escribí para ofrecerme como ayuda en lo que sea necesario y terminé trabajando como diseñadora gráfica para el museo. Desde ahí, que entrar a la oficina para mi es como entrar en un cuento, lleno de magia y detalles... me encanta esta sensación. Acá toda la realidad viene de una fantasía previa y todo es tan mágico que dan ganas de ser ingenuo en muchas cosas para volver a creer.
Este fin de semana Cath, mi jefa, tuvo la gran idea de organizar un picnic por los Cotswolds e invitarnos a la función de Giffords Circus. Un circo al estilo victoriano como los de antes, que viaja de pueblo en pueblo. Aquí pueden ver un trailer.








Qué cosa rara ir al circo. Es uno de esos programas que hace tiempo no hacía y pienso que es bueno que haya sido así. Una experiencia única en la vida que nos mueva todos los reflejos y que nos deje soñando. Eso es exactamente lo que me pasó esta vez. No paro de pensar en las cosas que ví y cómo lo disfruté. 



El circo es un micromundo completamente distinto y todo dentro de una carpa. Cuando estaba mirando la función pensé un minuto en lo que había afuera del toldo, la otra realidad, y por alguna razón el recuerdo del "afuera" ya había cambiado. Ya tenía el circo en mi cabeza y de alguna manera estaba incorporando la magia que veía en la pista a mi manera de ver las cosas. Tal es así, que en el intervalo de 5 minutos, lo primero que se me ocurrió hacer es salir y comprarme un algodón de azúcar! Si, como cuando tenía 12 años...





Durante la función dejé de preguntarme cómo hacen para lograr tal o cual efecto o truco, sólo me senté y la disfruté al máximo y cuando terminó nos vinimos contentos a casa. Contrario a lo que suele pasarme cuando estoy disfrutando de algo y que no quiero que termine, esta vez fue distinto. No siento que fuera algo con principio y fin, sino que incorporé algo nuevo. Y lejos de toda nostagia por volver al circo, me queda una gran expectativa por vivir con lo incorporado. 




Después de esto puedo decir que las ganas que sentí cuando empecé a trabajar en el Museo de ser ingenua de nuevo se cumplieron y soy un poco más felíz. Salí del circo entendiendo menos y creeyendo más.








{Photography by Agus Patrón}

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