Algo tiene este mes de Julio en Argentina que me entusiasma. Después de pasar un invierno en Oxford, no sólo siento que me amigué con el frío sino que además ahora le sigo la corriente.
Las pocas horas de luz en Oxford me obligaron a incorporar nuevos hábitos como salir a la calle temprano en vez de quedarme guardada en casa. Aprendí a tomar vino caliente en un jardín con 4 grados centígrados como temperatura máxima y entendí cómo abrigarme para sentarme a la intemperie a que me pegue el fresco. Lo notable de ese invierno fue que sentí el frío como nunca y jamás me enferme!
Les comparto algunos de los lugares a los que me gustaba ir a tomar fresco (y algún que otro brebaje también ;)) esperando que ustedes también se animen y le pierdan el miedo a las temperaturas de un dígito.
Buen fin de semana amigos!
Gracias por pasar!
Agus